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Más de 15 instituciones de América Latina y el Caribe presentaron informe sobre situación y perspectivas de la bioeconomía, apuesta estratégica para
el desarrollo de la región

Más de 15 instituciones se unieron para
presentar en San José, Costa Rica, con la presencia del Director General del
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero,
el Informe de Situación y Perspectivas de la Bioeconomía en América Latina
y el Caribe, una radiografía completa sobre el estado y las oportunidades que
ofrece lo que calificaron como una apuesta estratégica para el desarrollo de los
países.

Instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Iniciativa de
Finanzas para la Biodiversidad (BIOFIN) del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), Fontagro, el Centro Agronómico Tropical de
Investigación y Enseñanza (CATIE), la Alianza Bioversity-CIAT, la Organización del
Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y la Oregon State University, entre
otras, con el liderazgo del IICA, trabajaron en conjunto durante más de un año en
la elaboración del documento, que refleja también la existencia de un compromiso
colectivo para abordar los desafíos actuales y profundizar el camino hacia el
desarrollo sostenible.

José Vicente Troya, Representante del PNUD en Costa Rica, y Manuel Otero,
Director General del IICA, abrieron la presentación, en la que participaron
autoridades del gobierno de Costa Rica, miembros del cuerpo diplomático,
representantes de organismos internacionales y cámaras empresariales.

Aunque las definiciones de bioeconomía varían, todas convergen en elementos
clave como el protagonismo de la ciencia, la tecnología y la innovación,
aprovechamiento de los recursos y los principios biológicos y el acento en la
sostenibilidad ambiental y la agregación de valor en cascada.

El Informe sirve como guía para formuladores de políticas, académicos,
organismos de apoyo y la sociedad en general. Es una valiosa fuente de
información para sensibilizar y respaldar la toma de decisiones, ya que aporta
insumos para la formulación e implementación de políticas públicas y promueve la
colaboración entre instituciones regionales.

América Latina y el Caribe posee un enorme potencial para el aprovechamiento de
la bioeconomía, ya que cuenta con el 40% de la biodiversidad mundial y seis de
sus países han sido catalogados como megadiversos. Además, el 33% de su
territorio está protegido en áreas naturales y 24 de sus naciones tienen
instituciones dedicadas a fomentar la innovación en agricultura y sistemas
agroalimentarios.
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El informe analiza el estado y las perspectivas de los desarrollos tecnológicos y
productivos de la bioeconomía en la región, evalúa los instrumentos para
movilizarla y dedica un capítulo especial al panorama de bioemprendimientos.

Se señala y se fundamenta en el texto que la bioeconomía es un proceso en
marcha, con importantes avances en varios frentes que están teniendo impactos
económicos, sociales y ambientales significativos en la región.

Nuevo modelo de desarrollo

“Siempre es necesario ajustar nuestra brújula para ver adónde queremos llegar.
Para el PNUD es un honor formar de este grupo de más de 15 instituciones que
han dado forma a este importante documento que define las condiciones de
partida, desde las cuales podemos realizar procesos transformadores”, destacó
Troya.

El Representante Residente del PNUD en Costa Rica consideró que es crucial
identificar rutas de prosperidad bajas o nulas en carbono, que sean
transformadoras de aquellas relaciones de poder que han deteriorado la
naturaleza y han afectado las condiciones de vida de las mujeres y grupos
vulnerables como los pueblos indígenas.

“Nuestras actividades siguen calentando el planeta y nuestras acciones para
contrarrestarlo son insuficientes. Ante la incertidumbre que genera el panorama
global, la bioeconomía debe ser uno de los puntales de la ruta innovadora que
propicie un uso sostenible de los recursos naturales”, concluyó Troya.

Manuel Otero hizo hincapié en que América Latina y el Caribe es la región
exportadora neta de alimentos más grande del mundo y en que los datos avalan
que la agricultura del continente está destinada a ser protagonista de la seguridad
alimentaria y de la sostenibilidad ambiental mundial.

“Las noticias no tan buenas son que nuestra agricultura está muy asociada a la
producción de commodities y que somos los más vulnerables al cambio climático.
Pero nadie nos puede quitar el derecho a soñar que nuestra agricultura tiene un
futuro enorme y debe traducirse en una mejor calidad de vida para todos los
habitantes de las zonas rurales”, agregó.

Otero dijo que el IICA es una institución plenamente convencida de que la
bioeconomía es el camino a seguir, ya que constituye una mirada renovada, que
plantea la intensificación del uso de los recursos biológicos, a través de la
construcción de puentes entre la agricultura y el ambiente.

“Debemos entender –afirmó- que con la industrialización de lo biológico podemos
posicionarnos de una manera muy diferente en el mundo. El proceso está en
marcha desde hace muchos años, casi sin que nos demos cuenta”.
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En ese sentido, Hugo Chavarría, gerente del Programa Hemisférico de Innovación
y Bioeconomía del IICA, explicó que la región ha dado pasos enormes en nuevos
desarrollos de la bioeconomía como biocombustibles, biorrefinerías, biotecnología,
aprovechamiento sostenible de la biodiversidad, turismo de la naturaleza e
intensificación sostenible.

“Sin embargo, los esfuerzos todavía no son suficientes. Debemos acelerar el paso
en la construcción de la agenda pendiente de la bioeconomía, que incluye un
aumento de la inversión y el financiamiento, el desarrollo de capacidades y el
fortalecimiento de estrategias, políticas y marcos normativos”, dijo Chavarría.

La presentación contó con paneles de discusión en los cuales expertos de las
instituciones que trabajaron en el documento discutieron sobre innovaciones y
emprendimientos en bioeconomia, servicios ecosistémicos e intensificación
sostenible, políticas y financiamiento.

Roger Madrigal, del CATIE, subrayó el potencial de la región en recursos naturales
y producción agrícola, aunque también hizo foco en los obstáculos: “Hay una
tensión histórica entre conservación de los ecosistemas y crecimiento económico.
Debemos extender las prácticas de la bioeconomía que aumentan la productividad
con un uso adecuado de insumos y recursos naturales”.

Gustavo Crespi, del BID, dio detalles de los emprendimientos apoyados por ese
organismo financiero en países de la región y contó en particular el caso exitoso
de una empresa peruana que elabora alimentos balanceados a partir de los restos
de arroz con mariscos, que son abundantes en restaurantes de Lima.  “Sabemos
–reconoció- que la innovación no es suficiente. También hace falta otros bienes
públicos e insumos que se requieren para facilitar la tarea de los emprendedores
de América Latina y el Caribe”.

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